La Clepsidra

La clepsidra era un reloj de agua que funcionaba tanto de día como de noche, mediante una serie de cubas que iban llenándose y accionando un mecanismo que hacía las veces de reloj. Está documentado su uso real en tiempos de Al-Mamún, y fue cuando este celebraba su victoria sobre Al-Motamid cuando el jardinero de palacio fue hallado muerto en el estanque que alimentaba la clepsidra.

Este jardinero había conocido ese mismo día la profecía que decía que la clepsidra del jardín real no correría diez primaveras bajo poder musulmán.

Años más tarde, cuando por fin Alfonso VI logró conquistar Toledo, descubrió como una gran planta roja, nacida donde murió el jardinero real, bloqueaba la caída del agua de la clepsidra. El bloqueo del tiempo que marcaba la clepsidra hizo que los cristianos tardaran tantos años en reconquistar la ciudad del Tajo.

Este vino pertenece a una familia arraigada en la tradición, tanto en lo oriundo como en la elaboración de un producto centenario. Esta familia toledana está conformada por varios productos que responden a estas mismas maneras de hacer.

Abordar este proyecto ha sido todo un reto. La bodega necesitaba más que un cambio de imagen para su gama de productos. El naming “Tavera” a pesar de ser un nombre muy vinculado tradicionalmente a la historia toledana, su origen no es precisamente un concepto que se adaptaba a la nueva proyección de la empresa. Por lo tanto, lo primero fue buscar en la historia de Toledo, y que mejor que apropiarse de algunas de las tantas leyendas que se han ido forjando a lo largo de los siglos.

Al igual que en el resto de etiquetado de la familia de vinos Tavera, se ha trabajado de forma totalmente artesanal a partir de materiales de marquetería y técnicas de estampación. Igualmente siempre acompañado y en colaboración con el asesoramiento de los especialistas de producción, investigando desde el papel hasta las técnicas de impresión y tintas más adecuadas.