El Hombre de Palo
Es difícil imaginar que, en pleno siglo XVI, un androide paseara por las calles de Toledo. Tenía un aspecto demoníaco ya que se movía como una persona, aunque estaba revestido de madera y lleno de engranajes metálicos y cuerdas.
Este extraño ser llevaba una hucha para pedir limosna. Cuando la recibía, realizaba una reverencia como gratitud. Parece ser que este extraño ser podría haber sido realizado por Juanelo Turriano, un inventor de la ciudad, participe del artilugio que subía el agua desde el Tajo al Alcázar.
Son muchas las historias que rodean a este artilugio. Hay creencias que hablan de que la inquisición acabó quemando al autómata por ser obra del maligno. Otras, que con su hucha, el autómata iba recogiendo limosnas que ayudaron a la creación de un hospital, posteriormente conocido como Nuncio Viejo.
Este vino pertenece a una familia arraigada en la tradición, tanto en lo oriundo como en la elaboración de un producto centenario. Esta familia toledana está conformada por varios productos que responden a estas mismas maneras de hacer.
Abordar este proyecto ha sido todo un reto. La bodega necesitaba más que un cambio de imagen para su gama de productos. El naming “Tavera” a pesar de ser un nombre muy vinculado tradicionalmente a la historia toledana, su origen no es precisamente un concepto que se adaptaba a la nueva proyección de la empresa. Por lo tanto, lo primero fue buscar en la historia de Toledo, y que mejor que apropiarse de algunas de las tantas leyendas que se han ido forjando a lo largo de los siglos.
Para la producción de esta etiqueta se ha trabajado de forma totalmente artesanal en el taller, a partir de marquetería y elementos que han ido adaptándose para simbolizar este muñeco autómata que nos cuenta esta leyenda de Toledo.
Como en el resto de la familia de vinos Tavera, la tampografía ha sido un elemento fundamental y el resultado final es fruto de un cuidado extremo en la fase de producción de la etiqueta.